Perversiones Modernas

La humanidad es una especie bastante enferma. Las ideas más bizarras y sádicas vienen exclusivamente de la mente humana. Tenemos ejemplos históricos bastante conocidos, como la nuez inversa, un instrumento usado en la inquisición como instrumento de castigo y tortura para lesbianas o gays. Es una especie de alicante con forma de nuez en la punta, que al abrirlo se expande. A las lesbianas se los introducían vaginalmente, y se los abrían, rompiéndole todas las paredes internas, y dejándolas morir en una dolorosa hemorragia. Otro ejemplo es el castigo que usaban los visires persas contra los que se acostaban con sus concubinas. Ponían serpientes en sus miembros para que se introdujeran y los mordieran. Morían envenenados. Algunos más sádicos, les abrían el estomago con una daga, para que las serpientes entren por ahí.

Sin embargo, aunque todos estos tipos de tortura parecen lejanos en el tiempo, o arcaicos, ya casi en el polvo de viejos y olvidados libros en las esquinas oscuras de las bibliotecas, al parecer no hemos escarmentado. Seguimos con esa veta sádica y adicta a los placeres prohibidos, escondidos en cosas mundanas, o soluciones simples a la vida cotidiana, que se nos pasan de largo. Así que les presento a la veta sádica moderna, y que al menos alguna vez alguien de ustedes ha padecido. El supositorio. ¿Para qué tomar tabletas efervescentes para la fiebre, si nos la podemos meter en el ojete? Creo que es el supositorio la obra cumbre de la perversión. Meterle lentamente el dedo en el ano a un hombre enfermo, no es algo que el papa apruebe (Aunque seguro alguna vez le han puesto un supositorio).


"Y paso 4, sonrría y goce..."

“El supositorio es una preparación medicamentosa de forma cónica u ovoidea alargada y de consistencia sólida, capaz de fundirse a la temperatura fisiológica del recto o de solubilizarse en los líquidos orgánicos. Se administra con la intención de ejercer una acción local o sistémica (por absorción a la circulación general).
• Un supositorio blando se adhiere al envoltorio y es más difícil de introducir en el ano. Para aumentar la consistencia del medicamento podemos colocarlo unos minutos en el frigorífico o bajo el chorro de agua fría.
• En caso de que haya que administrar medio supositorio, éste se partirá siempre en sentido longitudinal. Los supositorios tienen una forma cónica u ovoidea alargada, de tal modo que si se partieran transversalmente, no se estaría introduciendo el 50% de la dosis. “
Villa LF. Formas farmacéuticas. En: Villa LF. Medimecum. Barcelona: Adis; 2002; p. 20-3.
…….WACALA

Es extraño, que existiendo tantas maneras de tomar un remedio, la administración de uno sea metiéndotelo por la raja. Me parece que la única manera de que haya nacido una idea como esa, es que algún doctor vengativo, al cual no le aceptaron su solución para la gripe, por lo cual en venganza saco los comprimidos para ser inyectados de forma anal, para suministrárselos al comité de ancianos médicos con una cara de satisfacción prominente. Me imagino el día que se presentó el supositorio ante la comunidad médica:

“El comité, silencioso, esperaba ansiosamente el descubrimiento que tanto se había anunciado. Algunos de los miembros de más avanzada edad, eran reacios a que una simple pastilla pudiese bajar la temperatura causada por la fiebre más efectivamente que las hierbas, el reposo y los paños de agua fría sobre la frente. Los más jóvenes, siempre expectantes a los nuevos descubrimientos que bullían en ese entonces, como la penicilina inyectable o el termómetro comprimido en un pequeño tubo de vidrio, observaban como niños esperando la navidad. La expectación se rompió, cuando el vocero de la comunidad médica se presento en el palco, y avisó, con una voz demasiado profunda y contundente para su baja estatura, la llegada al mundo médico del supositorio. “Aún no se me ha explicado su procedimiento, ya que el doctor que lo ha patentado, no solo ha querido permanecer en el anonimato, sino que quiere mostrarnos personalmente el método de aplicación”. Al final de estas palabras, el vocero salió del palco, y volvió brevemente con un doctor bajito, ya octogenario, con signos de que la vida lo había tratado bastante mal, a pesar de su noble profesión. El cabello cano y enredoso, y numerosas arrugas mescladas con cicatrices de algún campo de batalla donde habría servido de paramédico en sus años mozos, lo hacían notar entre los demás. A pesar de su desgaste físico, sus verdes ojos brillaban como solo la ansiedad en su máxima expresión puede lograrlo. Se acercó al palco, y se pronunció: “Colegas míos, todos nobles caballeros, no se asusten por lo nuevo que les traigo, sino que bien recíbanlo como una factible y eficiente solución a los problemas médicos que hemos planteado. Les presento, el Supositorio” Ovaciones en la sala, al tiempo que mostraba una pequeña capsula.
“¿Quién se ofrece de voluntario para probarlo?” Un joven médico se acerco tímidamente, ofreciéndose de conejillo de indias para este nuevo medicamento, preparado para tragárselo. Estaba acostumbrado al pésimo sabor de los tónicos que el mismo recetaba, por le encontraba fascinante que el solo tener que tragar una pastilla le ahorrara esos malos ratos con su paladar. No podía estar más equivocado. Ni siquiera podía creer que el doctor le hubiese pedido que se bajara los pantalones, ni menos que lo hubiese hecho, casi respondiendo a las órdenes de un mentalista e hipnotizador. Ya era demasiado tarde cuando el dedo desnudo del doctor estaba completamente introducido en su recto, mientras nadie en la sala se atrevía si quiera a emitir un comentario de repulsión, por el grado de atonités que reinaba. El pobre joven tampoco se movía, a pesar de que sentía la presión interna dentro de su recto cada vez más fuerte, ya que el médico anciano, con sus dedos llenos de callos y artritis, había enganchado dentro sus garras. Lo que más temía, era que esto le generaba más placer que el que le proporcionaba su joven y reciente esposa.”

En fin, el supositorio es un invento totalmente fleto, hecho para que los doctores turbios sientan la satisfacción que produce penetrar con el dedo analmente a sus infantes pacientes (recordar que estos se le aplica especialmente a niños de entre 2 y 8 años). Que gente más turbia, por el amor de Dios.